jueves, 4 de agosto de 2011

Pero entre verso y verso...






El 21 de marzo del 2001 se presentó en la FES-Iztacala el libro La última duda, en el que se reunió la obra poética de Luis Antonio Pineda Flores (1953-1991), esposo de Susana Robles Montijo. La obra de portada es un fragmento de Golondrina herida, de Rosa María Robles. El prólogo del libro, que leí en el acto, es el siguiente.
Pero entre verso y verso...
Honrosa y difícil tarea la que me pidió mi querida amiga Susana: hacer un comentario a los poemas de su amado esposo, el distinguido psicólogo, maestro y poeta, Antonio Pineda, cuya muerte prematura lamentamos en lo personal, en lo académico.
La intención de Susana Robles fue tener en libro los poemas en los que tanto trabajó el Mtro. Pineda. Él mismo dejó como versiones finales los numerados del 1 al 12, y las prosas 1, 2 y 3. Los demás, incluidos en La última duda, fueron seleccionados por ella entre múltiples versiones que Antonio escribió en su cuaderno, en servilletas, mantelitos de restaurantes, hojas de agenda, hojas sueltas.
La muerte impidió también que Don Antonio Pineda Gutiérrez, periodista y escritor brillante, lograra publicarlos. Hoy, la letra de imprenta permite que La última duda, bellamente complementada con las viñetas originales de Sandra, Rosa María y Christian, sea compartida por los amantes de la poesía.
En La última duda se revela el poeta, incansable trabajador de la palabra:
...escribo y escribo...
hasta sangrar el lápiz ...

inexplicablemente se pregunta:

De dónde (poetas) salen las palabras
que lágrimas arrancan
que el corazón oprimen...

Las palabras armoniosas que Antonio teje en sus poemas salen de su corazón atormentado, de la soledad, del llanto, del recuerdo de su mujer ausente. Dice el poeta:

Traigo el llanto colgado
en la palabra “amada”;
amarga palabra que se desliza
al filo del cortante calor del mediodía,
y se deshace,
y lloro.

Se duele el poeta de la ausencia de su amada, de este manantial le brotan palabras duras:

...Muros indigestos vomitando recuerdos y recuerdos...

imágenes brillantes:

las sombras reposan en la boca de los muertos.
Tímida bosteza la ventana
tu terco recuerdo permanece, crece, empacha.

Tanta necesidad de nombrar tiene el poeta que lo hace incluso cuando no quiere:

Quiero decir que no quiero decir nada:
¡que confusión!
Una tortuga escarba la pared iluminada
Será la planta que se hunde
Será la copa que se inclina...

El poeta cultiva la palabra, su palabra. En sólo dos versos pinta su circunstancia, de ese día, utilizando un lenguaje cinematográfico:

La calle, el frío, la noche
La lluvia y la construcción abandonada

O metáforas brillantes:

La primavera en la entrepierna
El corazón lleno de invierno...

En otro sitio rememora, cachondo:

Recuerdo que recorrí
Tu espacio entero con mi lengua:
Arriba, abajo, adentro...
.............................
...que mi corazón
te recorrió, fugaz, por dentro.

Sabedor de los peligros del amor, se protege:

Temeroso frente a ti
...............................
Con el corazón en el bolsillo
Para que no le pase nada...

Antonio batalló con las formas, contó sílabas, acentos. Escribió canciones, poemínimos, ensayos, aforismos, burlas. Corrigió y corrigió sus textos, sus dudas, sus palabras broncas, sus poemas ácidos, duros, desesperados; pero entre verso y verso nos dejó un poema dulce, tierno, apasionado. Esto lo sabemos bien Susana, Lucía, Cecilia, sus amigos cercanos, y aquellos que leemos sus palabras con cuidado; es decir, los destinatarios de sus dardos:

¡Ay poeta!
Todo en palabras
como saetas.

1 comentario: